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viernes, 31 de julio de 2009 Post By: Universitarios con una Misión

No permitiré que nada me domine...

El deseo de vivir impulsa todo. Cuanto existe busca la perfección. El ansia de consumación es quizás el más fuerte de los impulsos. 1 Corintios 9.24-27; 1 Timoteo 6.11-12

La religión tiene sus raíces en esa ansia de vivir; la religión es el ansia cualitativa de la vida.

Queremos vivir, no sólo plenamente, sino mejor. El deseo de vivir se puede convertir en el deseo del poder, a menos que sea dirigido por factores cualitativos. El deseo de gobernar puede degenerar en tiranía, si no está controlado por la Voluntad de Dios.

Pablo sugiere este deseo de dominio en estas palabras: “Todas las cosas me son licitas, más no todas convienen: todas las cosas me son lícitas, más yo no me meteré debajo de potestad de nada”. (1 Corintios 6.12).

Esa frase: “Yo no me meteré debajo de potestad de nada”, es la declaración más grande de un propósito vital que se haya proferido. El hombre dominado en lo absoluto por la voluntad de Dios no estaba dispuesto a ponerse debajo de la potestad de nada.

Invirtiendo el orden: Quien no está en forma absoluta bajo la potestad de Dios, se encuentra bajo el dominio de todo: de sí mismo, de los demás, de las circunstancias, del mundo, de las contrariedades, de la desilusión.

Algunos son dominados por el mundo. El proceso previo es lento y callado. Apenas si nos damos cuenta de lo que sucede, pero nos vamos dejando dominar por una visión materialista. Se cuenta la historia de un pajarillo al que se le ofreció un gusano a cambio de una pluma.

El pajarillo pensó que aquello era un buen negocio. Se ahorraría la molestia de buscar un gusano y una pluma ni la echaría de menos. Pero un día despertó para hallarse con la amarga realidad de que había perdido todas las plumas y no podía volar.

Había cambiado su poder de volar por un gusano. Estaba atado a la tierra. Algo semejante nos está sucediendo: los poderes del alma, los valores morales, la facultad de remontarnos la estamos cambiando por cosas materiales. De seguir así, muy pronto el hombre será un alma muerta rodeada de insignificancias.

Hay personas a quienes domina el dolor de la muerte de un ser querido o el desencanto. Se retiran a un rincón como el perro golpeado huye con la cola entre las piernas. La vida es mucho para ellas. Están vencidas. Se entregan a la lamentación inútil. Su deseo de vivir se convierte en un lamentarse sin cesar respecto de la vida.

Dios mío, aparte de Ti soy dominado por una infinidad de cosas. Contigo nada me domina sino Tú. Así, me siento libre. No permitas que me dominen ni la tristeza ni la angustia. Ayúdame a vencer todas las circunstancias. Por Cristo Jesús. Amén.

Tomado del libro: Vida en abundancia
E. Stanley Jones

Vía: Sigueme.net