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viernes, 31 de julio de 2009 Post By: Universitarios con una Misión

La oracion de un Guerrero


Padre Celestial,
Tu guerrero se prepara para la batalla.
Hoy proclamo victoria sobre Satanas,
vistiendome con toda la armadura de Dios.
Me pongo el cinturon de la verdad,
que pueda estar firme en la verdad de tu palabra
y no me convierta en victima
de las mentiras de Satanas.
Me pongo la coraza de justicia
para que guarde mi corazon del mal
y asi me mantenga puro y santo
protegido por la sangre de Jesuscristo.
Me pongo el calzado de la paz,
para ponerme firme en las Buenas Nuevas del evangelio
y que tú paz brille a través de mi
para ser la luz a todo el que se me encuentre.
Tomo el escudo de la fe,
que pueda estar listo para enfrentar los dardos de
la duda, la negación, y el engaño.
Que no sea vulnerable a la derrota espiritual.
Me pongo el casco de la salvación,
para que mi mente se mantenga enfocada en ti
y que Satanas no encuentre refugio
en mis pensamientos.
Tomo la espada del espiritu,
y por tanto la espada de dos filos de la palabra,
este lista en mi mano
y pueda desenmascarar las palabras tentadoras de Satanas.
Por fe tu Guerrero se ha puesto
toda la armadura de Dios.
Estoy preparado para vivir este dia en victoria espiritual.
Amen

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Post By: Universitarios con una Misión

La fe de un amigo...

Dios traerá a su vida a esos amigos piadosos que permanecerán a su lado en tiempos duros.

En los tiempos difíciles en que le tocó vivir a Bernabé, período de la historia cubierto por el libro de los Hechos, él se agarró bien a su fe en Dios, y en un amigo y familiar. “Bernabé […] fue un hombre bueno, y lleno del Espíritu Santo y fe”, dice la Biblia.

Bernabé fue un contemporáneo de Saulo, el fanático que rabiosamente perseguía a la iglesia, llevando a hombres y mujeres a la cárcel e incluso a algunos a la muerte. Saulo se encontró con Cristo en un remoto camino a Damasco, lo que cambió radicalmente el curso de su vida.

La experiencia fue tan extraordinaria, la brillantez de la presencia del Señor tan luminosa, que Saulo fue transformado de un súper perseguidor del Señor en un ardiente discípulo suyo. Pronto, Bernabé se transformó en su guía.

Lo presentó a la iglesia que hasta hacía poco había perseguido, y adoró a Dios con él por varios años mientras el Señor lo preparaba para el ministerio bajo su nuevo nombre, Pablo.

Bernabé fue de nuevo usado por Dios, esta vez para ser el primer compañero del apóstol Pablo en su trabajo misionero.

La excitación en torno a este primer viaje debe haber sido grande. Para ayudarles, escogieron a un jovencito, sobrino de Bernabé, llamado Juan Marcos. La madre de Juan Marcos, María, hospedaba a la iglesia de Jerusalén en su casa.

No hay duda que eran seguidores de Cristo desde hacía tiempo, porque la mayoría de los teólogos están de acuerdo en que María fue testigo ocular de la traición y arresto de Jesús en el huerto de Getsemaní.

Debido a la familiaridad de Marcos con el evangelio y a su interés en el ministerio, fue escogido para tan emocionante aventura de fe con Pablo y Bernabé.

El viaje misionero fue agotador. Enfrentando a difíciles situaciones, Marcos decidió, a la mitad del viaje, regresar a Jerusalén. Los otros misioneros completaron su ardua y próspera aventura y regresaron con grandes informes de gente que había creído en Cristo e iglesias que habían sido establecidas.

Después de algún tiempo, Bernabé y Pablo decidieron salir de nuevo. Bernabé quiso llevar a Juan Marcos con ellos, pero Pablo se opuso. Marcos había reprobado su primer examen. Pablo no estaba dispuesto a darle una nueva oportunidad. La disputa por Juan Marcos entre ambos fue tan aguda que decidieron separarse.

Pablo escogió a Silas como su nuevo colaborador y continuó su viaje. Por su trabajo, se establecieron iglesias y se escribió gran parte del Nuevo Testamento. Bernabé, por su parte, no vuelve a ser mencionado en las narraciones del libro de los Hechos.

Se pierde en la historia después de la notable participación en la salvación y el ministerio de Pablo. ¿Pero valió la pena el haber desafiado a Pablo? ¿Estuvo acertado o equivocado al tener fe en su sobrino aun cuando había fallado la primera vez?

El joven Juan Marcos llegó a ser un historiador. Hizo entrevistas, registró acontecimientos de la vida de Jesucristo y escribió bajo la inspiración del Espíritu Santo. Sin sus escritos, que algunos eruditos consideran la base para otros, no habríamos tenido los libros de Mateo, Lucas y Juan. Gracias a Bernabé tenemos cuatro Evangelios completos.

¿Fue útil la fe de Bernabé en Marcos? ¡Claro que lo fue! Y esa fe fue más tarde además vindicada cuando Pablo escribió: “Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es muy útil para el ministerio”. Bernabé fue fuerte en su fe: en Dios y en los hombres de Dios.

Al perder su vida, Bernabé encontró mayor gloria. Ministró a cientos o quizás a miles, y dos de ellos, Pablo y Marcos, han ministrado a miles de millones. Su dedicada inversión pagó dividendos más allá de cualquiera cosa que él haya podido imaginar.

Debemos tener fe en otros y en el obrar de Dios en sus vidas, para poder pasar a través de los tiempos difíciles. Dios dijo que todos los que nos identificamos con Cristo somos colectivamente el cuerpo de Cristo.

Debemos movernos y fluir como una unidad. Dios traerá a su vida a esos amigos piadosos que permanecerán a su lado en tiempos duros. Daniel tuvo tres amigos íntimos. Juan Marcos tuvo a su tío Bernabé. Pablo el apóstol tuvo a Silas y a otros hermanos cristianos. Dios nos fortalece a través de nuestros amigos.

Tomado del libro: Hombres fuertes en tiempos difíciles

Edwin Louis Cole

Vía: Sigueme.net

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Escucha, aprende, obedece...

Toda vez que Dios tiene un plan para cada uno, debemos adquirir la habilidad necesaria para conocer y cumplir ese plan. Deuteronomio 31.12; Mateo 11.29; Hechos 5.20; Jeremías 42.6

Toda vez que Dios tiene un plan para cada uno, debemos adquirir la habilidad necesaria para conocer y cumplir ese plan. Hemos sugerido que cuando nos pongamos a orar debemos asumir tres actitudes: “Escuchar, aprender, obedecer”. Algunos de nosotros escuchamos, pero no aprendemos, y otros aprendemos, pero no obedecemos. El cristiano debe escuchar, aprender y obedecer.

Si no se acerca a Dios asumiendo estas tres actitudes, muy pronto dejará de tener qué escuchar, qué aprender y qué obedecer. La voz guardará silencio. En el mismo grado que nosotros escuchemos, aprendamos y obedezcamos se dejará oír esa voz.

Si no tenemos ese sentido de ser guiados que acompaña a la Voz, seguramente que no se nos ha dado por dos razones: o no estamos preparados, o no tenemos voluntad para recibirlo. El sentido de dirección no viene a nosotros nada más porque sí. Es el resultado de nuestra disposición para ser dirigidos.

El radio no capta al acaso las ondas que deseamos escuchar; necesitamos sincronizarlo con ellas. La receptividad es necesaria para la percepción, no percibimos sino solamente lo que recibimos. La Psicología está de acuerdo con esto cuando explica la vida como una “instrumentación”.

Cuando el rey le dijo a Juana de Arco que él no había oído jamás la voz de Dios, ella le replicó: “Si quieres oír, debes primero escuchar”.

Muchos de nosotros no queremos escuchar a Dios, porque tememos que si nos revela su voluntad ésta será más o menos desagradable. El hecho de que algunos de nosotros hayamos cambiado el “Hágase tu voluntad” por “Soportaremos tu voluntad, indica que creemos que la voluntad de Dios es algo duro y molesto que los mortales debemos aceptar con un suspiro de resignación, como cuando muere un ser querido.

El ver la voluntad de Dios como algo desagradable debe cambiar en lo absoluto o no llegaremos a ninguna parte. Cristo nos enseña el modo de ver esa voluntad, cuando dice: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió”. Mi comida, mi alimento. La voluntad de Dios es alimento para todos nuestros tejidos, para nuestro cerebro, para todo lo que es bueno para nosotros. Mi voluntad es mi veneno cuando se pone en conflicto con la voluntad de Dios. Para quien vive de verdad, la voluntad de Dios es refuerzo, no restricción.

Perdóname, oh Dios, que he tardado tanto en abrir el paso a tu dirección. ¿Por qué había de tener mi ojo miedo a la luz? ¿Cuándo mi estomago siente hambre tengo miedo de comer? De la misma manera que no le tengo miedo al alimento no debo tener temor a tu voluntad. Quiero tener mi mente dispuesta a recibir todas tus sugestiones. Amén.

Tomado del libro: Vida en abundancia
E. Stanley Jones

Vía: Sigueme.net

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No permitiré que nada me domine...

El deseo de vivir impulsa todo. Cuanto existe busca la perfección. El ansia de consumación es quizás el más fuerte de los impulsos. 1 Corintios 9.24-27; 1 Timoteo 6.11-12

La religión tiene sus raíces en esa ansia de vivir; la religión es el ansia cualitativa de la vida.

Queremos vivir, no sólo plenamente, sino mejor. El deseo de vivir se puede convertir en el deseo del poder, a menos que sea dirigido por factores cualitativos. El deseo de gobernar puede degenerar en tiranía, si no está controlado por la Voluntad de Dios.

Pablo sugiere este deseo de dominio en estas palabras: “Todas las cosas me son licitas, más no todas convienen: todas las cosas me son lícitas, más yo no me meteré debajo de potestad de nada”. (1 Corintios 6.12).

Esa frase: “Yo no me meteré debajo de potestad de nada”, es la declaración más grande de un propósito vital que se haya proferido. El hombre dominado en lo absoluto por la voluntad de Dios no estaba dispuesto a ponerse debajo de la potestad de nada.

Invirtiendo el orden: Quien no está en forma absoluta bajo la potestad de Dios, se encuentra bajo el dominio de todo: de sí mismo, de los demás, de las circunstancias, del mundo, de las contrariedades, de la desilusión.

Algunos son dominados por el mundo. El proceso previo es lento y callado. Apenas si nos damos cuenta de lo que sucede, pero nos vamos dejando dominar por una visión materialista. Se cuenta la historia de un pajarillo al que se le ofreció un gusano a cambio de una pluma.

El pajarillo pensó que aquello era un buen negocio. Se ahorraría la molestia de buscar un gusano y una pluma ni la echaría de menos. Pero un día despertó para hallarse con la amarga realidad de que había perdido todas las plumas y no podía volar.

Había cambiado su poder de volar por un gusano. Estaba atado a la tierra. Algo semejante nos está sucediendo: los poderes del alma, los valores morales, la facultad de remontarnos la estamos cambiando por cosas materiales. De seguir así, muy pronto el hombre será un alma muerta rodeada de insignificancias.

Hay personas a quienes domina el dolor de la muerte de un ser querido o el desencanto. Se retiran a un rincón como el perro golpeado huye con la cola entre las piernas. La vida es mucho para ellas. Están vencidas. Se entregan a la lamentación inútil. Su deseo de vivir se convierte en un lamentarse sin cesar respecto de la vida.

Dios mío, aparte de Ti soy dominado por una infinidad de cosas. Contigo nada me domina sino Tú. Así, me siento libre. No permitas que me dominen ni la tristeza ni la angustia. Ayúdame a vencer todas las circunstancias. Por Cristo Jesús. Amén.

Tomado del libro: Vida en abundancia
E. Stanley Jones

Vía: Sigueme.net